Preparar antes de pintar, el 70% del acabado está en la superficie
En pintura decorativa e industrial, los profesionales coinciden: el éxito no se juega en la última mano, sino en la preparación. Una superficie limpia, seca, con el perfil de anclaje correcto y una imprimación compatible puede duplicar la vida útil del recubrimiento y evitar desconchados prematuros. Este reportaje, elaborado a partir de normas técnicas y guías de fabricantes reconocidos como Sherwin-Williams, PPG y la Asociación Española de Fabricantes de Pinturas y Tintas de Imprimir (ASEFAPI), reúne los mejores consejos prácticos para preparar madera, metal y albañilería antes de abrir la lata.
1) Limpieza: sin adherencia no hay pintura
El primer paso es eliminar polvo, grasas, sales y pinturas sueltas. En hormigón y morteros, la norma ASTM D4258 —referencia internacional en la preparación de sustratos de albañilería— enumera métodos como barrido, aspirado, aire a presión, agua a presión, limpieza con detergente y vapor. El objetivo es claro: limpiar a fondo, no “abrir” el poro todavía. En interiores, un lavado con detergente neutro y buen secado reduce el riesgo de ampollas por contaminantes; en exteriores, se recomienda combinar agua a presión con cepillado.
2) Reparar y nivelar: masillas y juntas
La imprimación no sustituye a las reparaciones. En yeso y pladur, los manuales de Sherwin-Williams insisten en hundir clavos o tornillos, encintar juntas y lijar hasta hacer desaparecer las crestas. En madera, conviene rellenar golpes con masillas compatibles y respetar los tiempos de curado. ASEFAPI destaca que los cantos y testas requieren atención especial, pues son zonas críticas de absorción de humedad.
3) Lijado: crear un perfil de anclaje uniforme
El lijado persigue dos metas: eliminar brillo y generar micro-rayado para que la pintura se agarre. Como pauta general, se aconseja progresar en series de grano: 80–120 para desbaste, 150–180 para uniformar y 220–240 para acabado en maderas vistas. En metal ya pintado, el lijado mecánico con abrasivos no tejidos elimina aristas y evita sobrecalentamientos. Según las guías de PPG, tras lijar debe retirarse el polvo de inmediato, ya que la ventana entre lijado e imprimación debe ser corta para evitar contaminación ambiental.
4) Imprimación: elegir la correcta para cada sustrato
No todas las imprimaciones son iguales. En madera exterior, Sherwin-Williams recomienda imprimaciones bloqueadoras (alquídicas o acrílicas) para reducir sangrado de taninos; en metales ferrosos, se priorizan imprimaciones anticorrosivas epoxi o ricas en zinc. En galvanizado, las guías de PPG proponen el uso de primers específicos para metales no ferrosos o imprimaciones fosfatantes. Para albañilería nueva, se emplean primers tolerantes a pH alto, tal como señala la ASTM en sus documentos técnicos.
5) Protocolos por material
Madera. Lavar, secar, desencerar y eliminar resinas. Lijar en sentido de veta y aplicar imprimación selladora en cantos y testas. Si hay moho, el estándar de ASEFAPI sugiere tratarlo previamente con biocidas y dejar secar antes de pintar.
Metal. La norma UNE-EN ISO 8501-1, adoptada también por AENOR en España, clasifica los grados de óxido y los niveles de preparación, desde la limpieza manual hasta el chorreado abrasivo. Estas directrices ayudan a determinar qué tratamiento aplicar antes de recubrir. El galvanizado nuevo debe desengrasarse y matarse su brillo mediante lijado fino o primers específicos.
Albañilería. Según la ASTM D4258, la limpieza debe eliminar contaminantes sin modificar la rugosidad del soporte. En superficies muy porosas, un sellador de penetración ayuda a homogeneizar la absorción y evitar manchas en el acabado final.
6) Compatibilidad y pruebas rápidas
Antes de comprometer toda la obra, conviene hacer catas. El ensayo de adherencia con corte en rejilla ASTM D3359 permite verificar si la pintura existente admite repintado. Si el desprendimiento supera lo tolerado, habrá que decapar o reforzar la preparación. En superficies críticas como plásticos o acabados brillantes, los fabricantes como PPG aconsejan el uso de promotores de adherencia específicos.
7) Condiciones ambientales: el factor invisible
Pintar fuera de rango es arriesgado. La ficha técnica de fabricantes como Sherwin-Williams advierte que, si el sustrato está por debajo del punto de rocío, aparecerá condensación y fallará la adherencia. Un día ventoso acelera la evaporación y dificulta la aplicación. Por eso, se recomienda planificar para cumplir los tiempos de repintado y asegurar que cada capa se adhiera correctamente.
8) Seguridad y salud
Lijar genera polvo fino; por ello, OSHA y programas de seguridad como el RRP en Estados Unidos recomiendan protección respiratoria y ocular. En viviendas construidas antes de 1978, puede haber riesgo de plomo, por lo que se deben aplicar prácticas seguras para contener el polvo o recurrir a empresas certificadas.
La preparación de superficies no es un trámite: es el cimiento del acabado. Limpiar en profundidad, reparar, lijar con criterio y elegir la imprimación adecuada a cada sustrato —siguiendo normas como la ISO 8501-1, la ASTM D4258 o las guías de fabricantes como Sherwin-Williams, PPG y ASEFAPI— reduce reclamaciones, mejora la estética y alarga la vida del sistema de pintura. En pintura, lo invisible (lo que hay debajo) es lo que más se ve con el tiempo.