Muros llenos de vida
Los arquitectos siempre han estado en la búsqueda del equilibro, de un balance entre sus proyectos y la naturaleza, de forma que los ambientes sean frescos y agradables, pero que el impacto medioambiental sea cada vez menor.
“Las construcciones amigables con el medio ambiente son aquellas que reducen el consumo de energía en sus procesos. No solo se trata de poner árboles alrededor, es también pensar, por ejemplo, la ubicación de una fachada que no quede frente al sol para usar menos el aire acondicionado’, explica Felipe Bernal, arquitecto y decano de la Escuela de arquitectura y diseño de UPB.
Es así como los jardines verticales se han convertido en una atractiva alternativa para integrar la naturaleza en proyectos urbanos. Parten de un marco metálico que crea una estructura en la que se adecúa la vegetación. Así, cada panel crea un espacio cautivo en crecimiento para soportar las plantas y promover su crecimiento saludable.
Entre las plantas que más se utilizan están los helechos, ya que son muy resistentes a la humedad y existe una amplia variedad de especies. Pero también se pueden plantar begonias, orquídeas y trepadoras, entre otras.
Su mantenimiento es similar al de un jardín común, cortando, podando y replantando algunas plantas para que se mantenga sano. También hay que realizar trabajos preventivos como utilizar fungicidas sistémicos y fertilizantes.
La idea es que el mantenimiento sea sencillo y económico y se debe realizar cada dos o tres meses, dependiendo del tipo de vegetación.
La importancia del sol
Todas las paredes verdes requieren algún grado de mantenimiento porque son sistemas vivos. En este sentido, se debe considerar cuántas horas de sol recibirá cada sector de la pared.
La cantidad de aire que circula por cada pared también es vital, pues para que las plantas crezcan bien, las raíces requieren no solo de agua, sino también de una buena aireación que les permite desarrollar raíces más fuertes y numerosas.