El auge de la vivienda saludable
Comprar una casa es, sin duda, una de las inversiones más importantes que se realiza en la vida. De ahí que pensar en quiénes son las personas que la habitarán y cuáles son sus gustos y necesidades es lo primero que hay que tener en cuenta al momento de diseñar y construir una vivienda saludable.
Más allá de las particularidades de la construcción, el estilo de vida actual invita a pensar en un tipo de edificación que contribuya a mejorar la calidad de vida de las personas. No en vano el informe `Who Housing and Health Guidelines`, escrito por la OMS, reconoce que la mejora en las condiciones de habitabilidad de una vivienda no solo puede aumentar la calidad de vida de las personas, sino también “salvar vidas, prevenir enfermedades, reducir la pobreza y ayudar a mitigar el cambio climático”.
Una vivienda saludable es un espacio de regeneración, que les brinda a sus propietarios el lugar ideal para salir del caos que ofrece la vida diaria, como la contaminación ambiental, acústica y electromagnética.
Es así como este tipo de construcciones contribuye a mejorar la salud mental y física de sus ocupantes, recreando en sus espacios un entorno natural que favorezca el óptimo descanso.
En cuanto a las características a tener en cuenta en una vivienda saludable están los materiales y diseños que le apuestan a la integración de los espacios, propiciando así la sensación de amplitud y luminosidad. Igualmente, en este tipo de viviendas no puede faltar un sistema de ventilación capaz de aportar suficiente aire del exterior. Asimismo, instalar un correcto aislamiento acústico y térmico, garantiza la protección del ruido y de los cambios de temperatura. Por último, una iluminación apropiada no solo con luz natural, sino con artificial, usando luces led y reguladores de intensidad, aportarán tranquilidad y descanso a sus habitantes, creando un ambiente más cálido y acogedor.
El toque final puede estar en la decoración, con colores y texturas que transmitan una sensación de calma total.